Cada año celebramos la Semana Santa. Hay el peligro de verla solo para recordar lo que hizo Dios por nosotros: su pasión, su muerte, sin más exigencias para nuestra vida concreta de hoy.
Sin embargo, la celebración de estos misterios, del mayor amor de Dios al hombre, debe tener una incidencia en nuestra vida.
Los maravillosos pasos de nuestra Semana Santa, sobre los distintos misterios, deben ser una catequesis, un grito, una llamada, una invitación a la conversión a Dios, al seguimiento de Jesús.
En la pasión del Señor aparecen muchos personajes: los discípulos dormidos en el huerto, abandonando a Jesús mientras Judas, el único despierto, le traiciona, le vende y le entrega por treinta monedas.
Pedro se mete en el atrio del palacio de Caifás, y ante unas palabras de un soldado y una mujer, le niega tres veces por no complicarse la vida.
Pilatos le condenó sabiendo que era inocente, y se lavó las manos delante del pueblo como si fuera inocente. Herodes hizo chistes y se rió de Jesús.
Muchos, la mayor parte, la tarde de la pasión salieron de sus casas para ver el "espectáculo" de Jesús: iban buscando las esquinas para mejor ver en qué paraba todo aquello. En las esquinas hacían sus "comentarios" sobre si había caído ya una vez o dos. Si era inocente o culpable. Eran espectadores... la mayor parte al margen del sufrimiento, del drama de Cristo.
Algunos vivieron de cerca, solidariamente, la pasión. Allí estaban el Cirineo, la Verónica, las mujeres que compadecidas le acompañaban en el camino: María, su madre, Juan, la Magdalena junto a la Cruz.
Otros muchos curados por Él, alimentados por Él, que en momentos de triunfo le aclamaron, aquella tarde, porque no estaba bien visto estar junto a aquel ajusticiado, le miraban "desde lejos" sin identificarse y para no ser identificados como discípulos de Jesús...
Hoy muchos cristianos tenemos el peligro de convertir también la Semana Santa en un "espectáculo" para "curiosos" y para hacer "comentarios" por las calles y por las esquinas... cuando cada paso debiera ser una llamada a dejar el pecado, a vivir la gracia, a cargar con la cruz de cada día.
Por otra parte, la pasión de Cristo se actualiza en el hombre, en el que Cristo se hace presente: en el hermano que sufre el paro, el hambre, la marginación, la soledad, la enfermedad; es el Cristo de la cruz a cuestas, el Crucificado y la Dolorosa que te están pidiendo que no pases junto a esos hermanos (Cristos), indiferente, insolidario, sino que le eches una mano y les ayudes a llevar esa cruz... tú debes ser su Cirineo.
Ya está bien de "comentarios" en la calle y en las reuniones... Ya está bien de "espectáculo".
Por otra parte no nos quedemos con el Cristo muerto. Participemos de la resurrección de Jesucristo.
¿Con qué personaje de la pasión te identificas? ¿Con los curiosos, con Judas, con Pilatos, con Pedro, con la Magdalena, con el Cirineo? ¿Por qué?
¿Como llevas la Cruz? ¿Te preocupas de ayudar a los demás a llevar su cruz? ¿Como?
(Lee el Evangelio en estos días y medita la pasión, muerte y resurrección de Jesús) Reflexiones de D. Publio
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