Si quiero encontrarme cerca de Dios debo de hacer mejor la vida a los que me rodean. Debo cuidar mi trato con ellos en el continuo quehacer, el respeto, la escucha y el afecto. Muchas veces la vida y los demás nos devuelven aquello que no hemos dado, pero sigamos y seguiré dando todo mi amor procedente de Dios. Así que, si no hay consuelo en las penas de la vida, el de una buena y sincera amistad lo aliviará todo.
Quiero que en esa dicotomía de creerme estar con Dios (estando con los nuestros) sea una constante para que no solo fortalezca mi vida en la Piedad cristiana, sino que acompañado de la Eucaristía y la Oración hagan que se me vea la sonrisa, el haber acabado de hablar con Él, vivir en Él, darme por Él. Que los demás vean en mí el consuelo de Dios y será entonces cuando en lugar de estar nosotros en Dios diremos que está Dios con nosotros.
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