Dios nos llama desde antes de nacer a vivir en unión con Él. Ha pensado en nosotros desde siempre y se fija en nosotros, y nos sigue y no nos deja de lado. Está siempre con nosotros, y espera de nosotros que vivamos con Él como uno con Él. Nuestra vocación es a la santidad: a ser amados y corresponder a ese amor de Dios. Esa relación se consolida en el Bautismo y ha de crecer poco a poco a través de la oración, los sacramentos y la vida de fraternidad. Esa amistad se vive de muchas maneras. Da igual que seas estudiante, trabajador, jubilado, astuto o sencillo, brillante o mediocre, simpático o tímido. A todos nos busca Dios para que seamos suyo.
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