Lo más precioso que tenemos los hombres en la tierra es la gracia. Una cosa es importante sobre todas: vivir como hijos de Dios; y una sola cosa es terrible: el pecado, es decir, separarse de Dios, morir sin su gracia y perderse eternamente lejos de Dios. Como decía el clásico: "Al final de la jornada, aquel que se salva sabe, y el que no, no sabe nada". Por eso hemos de hacer el propósito de vivir siempre en gracia de Dios, y aumentarla más y más.
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