sábado, 3 de abril de 2010

El Luz Pascual

La liturgia pascual no lo conocía aún a principios del siglo VIII, sin embargo, para los distritos fuera de Roma, fue el Papa Zózimo (417-18), se según el Liber Pontificalis, quien autorizó la bendición del Cirio Pascual. Los ritos de preparación del cirio están inspirados, según parece, en el Pontifical de Poitiers del siglo X y también Visigótico.
Cinco llagas lleva el Cirio en forma de cruz, estas se realizan con un punzón en surcos de arriba abajo y de derecha a izquierda. Con el mismo punzón se inscriben las letras de la eternidad de la revelación: el Alpha y el Omega, en recuerdo al pasaje de Apocalipsis 1,8. Entre ellas se graban las cuatro cifras del año, el tiempo pasajero. Como imagen del Señor en su gloriosa resurrección, se enciende el Cirio, símbolo del Salvador que vendrá un día "apareciendo visiblemente y también nosotros apareceremos con Él gloriosamente (Col. 3,4)".
Levantada ya la columna de luz del cirio, se forma a hora la procesión a la Iglesia a oscuras. Cada una de las paradas con su correspondiente antífona simbolizan la propagación de la luz y alegría pascuales que invaden la Iglesia entera.
Haciendo un breve paréntesis a esto, debemos decir que alrededor de la Edad Media, no era el Cirio propiamente dicho el que entraba al templo, sino una modesta caña coronada por tres velas, ya que la elaboración del cirio y su tamaño llegó a tal grado de grandiosidad, que, por consiguiente, no permitía su fácil manejo. Ejemplo de esto es que en Inglaterra alrededor de 1557 llegó a pesar 300 libras. En Sevilla por mucho tiempo pesó 1000 libras y un procesional de Salisbury de 1517 relata que el cirio mida 36 pies.
Es el símbolo más destacado del Tiempo Pascual. La palabra "cirio" viene del latín "cereus", de cera. El producto de las abejas. El cirio más importante es el que se enciende en la vigilia Pascual como símbolo de cristo – Luz, y que se sitúa sobre una elegante columna o candelabro adornado.
El Cirio Pascual es ya desde los primeros siglos uno de los símbolos más expresivos de la Vigilia. En medio de la oscuridad (toda la celebración se hace de noche y empieza con las luces apagadas), de una hoguera previamente preparada se enciende el Cirio, que tiene una inscripción en forma de cruz, acompañada de la fecha del año y de las letras Alfa y Omega, la primera y la última del alfabeto griego, para indicar que la Pascua del Señor Jesús, principio y fin del tiempo y de la eternidad, nos alcanza con fuerza nueva en el año concreto que vivimos. Al Cirio Pascual se le incrusta en la cera cinco granos de incienso, simbolizando las cinco llagas santas u gloriosas del Señor en la Cruz.
En la procesión de entrada de la Vigilia se canta por tres veces la aclamación al Cristo: "Luz de cristo. Demos gracias a Dios", mientras progresivamente se van encendiendo los cirios de los presentes y las luces de la iglesia. Luego se coloca el cirio en la columna o candelabro que va a ser su soporte, y se proclama en torno a él, después de incensarlo, el solemne Pregón Pascual.
Además del simbolismo de la luz, el Cirio Pascual tiene también el de la ofrenda, como cera que se gesta en honor de Dios, esparciendo su Luz: "acepta, Padre Santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios... Te rogamos que este Cirio, consagrado a tu nombre, para destruir la oscuridad de esta noche".
El Cirio Pascual estará encendido en todas las celebraciones durante las siete semanas de la cincuentena pascual, al lado del ambón de la Palabra, hasta la tarde del domingo de Pentecostés. Una vez concluido el tiempo Pascual, conviene que el Cirio se conserve dignamente en el baptisterio. El Cirio Pascual también se usa durante los bautizos y en las exequias, es decir al principio y el término de la vida temporal, para simbolizar que un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como garantía de su definitiva incorporación a Luz de la vida eterna.
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La LUZ del CIRIO PASCUAL y el RITO del BAUTISMO
En el Rito del Bautismo tiene destacada presencia el CIRIO PASCUAL. Y en el curso de la celebración de él se encenderán los pequeños cirios que se entregan a los padres y padrinos, a quienes encarecidamente se les recomienda que sean "Luz de Cristo" para los nuevos bautizados. Por ello, recordemos su significado y exigencias.

a) CRISTO es la LUZ - la verdad - y nos hace participes de ella. Escogemos algunos textos de la Palabra de Dios. S. Juan en su evangelio presenta a Jesús como "luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn 1, 9). El mismo Jesús testifica de sí: "Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12). Así mismo, en vísperas de su Pasión, dice: "Yo soy la luz y he venido al mundo para que, quien crea en mí, no permanezca en tinieblas" (Jn 12, 46).
b) También el CRISTIANO, debe ser luz, verdad de Cristo y transmitirla.Como en el anterior apartado Cristo nos dice: "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 14). Y a renglón seguido matiza: "Alumbre vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo" (Mt 5, 16).
c) Los padres y padrinos reciben la misión de ser trasmisores de la luz - verdad - de Cristo para sus hijos y ahijados. Los padres y padrinos, a través de sus vidas, son los primeros indicadores, luceros, de la verdad de Cristo para sus hijos y ahijados y deben orientarles en la lectura del evangelio y en la formación cristiana. Deben darles las primeras catequesis en el hogar y aleccionarles y motivarles a participar en la catequesis parroquial. La nutrida representación familiar, miembros de la comunidad eclesial, también se hace partícipe de la luz y verdad de Cristo y se compromete a vivir esa verdad, -no en la mentira y oscuridad del pecado-, y transmitirla a los demás.

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