Dios concede a todos la gracia necesaria para salvarse porque "quiere que todos los hombres se salven" (1 Timoteo 2,4). Los que se condenan, se condenan porque no han correspondido a las gracias que Dios les da.
El que Dios conceda más gracia a unos que a otros depende del amor de Dios y, también, de nuestra correspondencia a la gracia. Dios nos concede más gracia si se la pedimos, si recibimos los sacramentos y si nos dejamos llevar por su gracia.
Personalmente ocurre en nuestra familia que, como padres, queremos muchísimo a nuestros cuatro hijos -tanto, que daríamos la vida por ellos-, pero los tratamos de manera diferente según conviene para su buena educación y según como se portan ante las demandas, órdenes y consejos que les damos. Por eso es tan importante la correspondencia a la gracia de Dios, a cada gracia de Dios.
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