Eclesiástico 24, 1. 3-4, 8-12. 19-21.
La sabiduría hace su propio elogio, en medio de su pueblo, se gloría. «Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra. Yo levanté mi tienda en las alturas, y mi trono era una columna de nube. Entonces me dio orden el creador del universo, el que me creó dio reposo a mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel." Antes de los siglos, desde el principio, me creó, y por los siglos subsistiré. En la Tienda Santa, en su presencia, he ejercido el ministerio, así en Sión me he afirmado, en la ciudad amada me ha hecho él reposar, y en Jerusalén se halla mi poder. He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad. Venid a mí los que me deseáis, y hartaos de mis productos. Que mi recuerdo es más dulce que la miel, mi heredad más dulce que panal de miel. Los que me comen quedan aún con hambre de mí, los que me beben sienten todavía sed.
No hay comentarios:
Publicar un comentario