Señor, te llamo con urgencia, escúchame. Que suba mi oración hacia ti como infancia, que mis manos suplicantes sean como ofrenda de la mañana.
Pon, Señor, un guardián que tape mi boca, un vigilante en mis labios. No dejes que mi corazón se incline a la maldad, ni a cometer crímenes ni delitos con los malhechores que me acosan y me humillan.... Salmo 141
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