viernes, 4 de diciembre de 2009

Cuento de Navidad: "El invitado"

Ruth miró en su buzón del correo, pero solo había una carta. La tomó y la miro antes de abrirla, pero luego la miro con mas cuidado. No había sello ni marcas del correo, solamente su nombre y dirección. Leyó la carta:

Querida Ruth: Estaré en tu barrio el sábado por la tarde y pasaré a visitarte. Con amor, Jesús.

Sus manos temblaban cuando puso la carta sobre la mesa. "¿Porque querrá venir a visitarme el Señor? No soy nadie en especial, no tengo nada que ofrecerle..." Pensando en eso, Ruth recordó el vacío reinante en los estantes de su cocina. ¡Ay no!, ¡No tengo nada para ofrecerle! "Tendré que ir al mercado y conseguir algo para la cena".

Busco la cartera y vació el contenido sobre la mesa: Diez euros y cuarenta céntimos."Bueno, compraré algo de pan y alguna otra cosa, al menos." Se echo un abrigo encima y se apresuró a salir.

Una hogaza de pan, medio kilo de pollo y un cartón de vino y otro de leche... y Ruth se quedó con solamente 3 euros que le deberían durar hasta el lunes. Aun así se fue toda feliz a casa, con sus humildes ingredientes bajo el brazo.

"Oiga, señora, ¿Nos puede ayudar, señora?"

Ruth estaba tan absorta pensando en la cena que no vio las dos personas que estaban de pie en el pasillo. Un hombre y una mujer, los dos vestidos con poco mas que harapos.

"Mire, señora, no tengo empleo, usted sabe, y mi mujer y yo hemos estado viviendo allá afuera en la calle y, bueno, está haciendo frío y tenemos hambre, y bueno, si usted nos puede ayudar, señora, estaríamos muy agradecidos..."

Ruth los miro con atención. Estaban sucios y tenían mal olor y, francamente, ella estaba segura de que ellos podrían obtener algún empleo si realmente quisieran. "Señor, quisiera ayudar, pero yo misma soy una mujer pobre. Todo lo que tengo es unas rebanadas de pan, pero tengo un huésped importante para esta noche y tengo que atenderle bien."

"Si, bueno, si señora, entiendo. Gracias de todos modos."

El hombre puso su brazo alrededor de los hombros de la mujer y se dirigieron a la salida. A medida que los veía saliendo, Ruth sintió un latido en su corazón y les llamó:"Señores, esperen!" La pareja se detuvo y Ruth les dijo: "Tomad esta comida que compré. Algo se me ocurrirá para servir a mi invitado...", y extendió la mano con la bolsa de víveres.

"Gracias, señora, muchas gracias!" "Si, gracias!", dijo la mujer, y Ruth pudo notar que estaba temblando de frío.

"¿Sabe? tengo otro abrigo en casa. Coged este", Ruth se quitó el abrigo y lo puso sobre los hombros de la mujer. Y sonriendo regresó camino a casa... sin su abrigo y sin nada que servir a su invitado. Ruth estaba tiritando cuando llegó a su casa pero se sentía muy alegre. Ahora no tenía nada para ofrecerle al Señor. Buscó rápidamente la llave en su bolso, mientras lo hacia vio que había otra carta en el buzón.

"Que raro, el cartero no viene dos veces en un día." Tomó el sobre y lo abrió:

Querida Ruth ¡Que bueno fue volverte a ver!. Gracias por la deliciosa cena, y gracias también por el hermoso abrigo. Con amor, Jesús.

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