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Hace unos días hablaba con un amigo acerca de la lección de la vida del pulso que nos dan los hombres de (supuesta) "fe" y el mantenernos perseverantes en la fe. Bien es cierto que Dios nos manda continuamente pruebas de nuestra fe; pero también nos ofrece la ayuda y las gracias que necesitamos para nuestra vida. Así como Él envío profetas y apóstoles antes de su venida, ahora nos da pastores que nos guían y nos llevan hacia Él, pero debemos de saber quiénes son sus verdaderos pastores y aquellos lobos que se visten con piel de cordero.
También tenemos los sacramentos y las gracias espirituales que nos da el Espíritu Santo. ¿Qué hacemos con todas esas ayudas? ¿Vamos progresando en las virtudes y en la santidad? Tenemos que seguir, independientemente de las personas, poniendo todos nuestros talentos al servicio de los demás y que la verdadera caridad se alegra por la esperanza ajena, alabemos cuanto de bueno y virtuoso hay en los otros y en nosotros, no silenciemos nuestros errores siendo honestos y enaltezcamos los aciertos de los demás, así como sus logros y éxitos. Contemplemos la fortaleza de nuestro Señor frente a la oposición y el rechazo de ateos, agnosticos e ignorantes de Dios. Porque a su pesar Dios sigue estando con ellos. Aprendamos de Él a ser fieles y perseverantes en el testimonio y apostolado. Que sea fiel a la misión de conocer, vivir y dar a conocer el amor de Dios y ser constante en mis propósitos, aun en medio de las dificultades.
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