El cristiano no puede vivir su fe de modo mediocre. O se es cristiano o no se es. No puedo pensar que soy un mal o un buen cristiano. El discípulo de Cristo no puede acomodarse en la tibieza. Como dice la Palabra de Dios: "los tibios me hacen vomitar". Jesús nos llama a la radicalidad del amor, nos llama a la santidad, nos llama a la acción, nos llama a la confiabilidad, nos llama a estar dispuestos en todo momento a la entrega incondicional. Cristo nos pide todo porque a la vez, nos lo da todo. No tengamos miedo de vivir plenamente nuestra vocación de bautizados y de testimoniar a Cristo con autenticidad en nuestro entorno. Seamos vulnerables a nuestro creencia. Seamos creyentes creíbles.
Dios mío, dame la gracia de amarte con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas.
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