sábado, 5 de marzo de 2011

Sé tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio (Salmo 30)

Sé tú, Señor,

mi fortaleza y mi refugio.

A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado. Tú que eres justo, ponme a salvo; escúchame y ven pronto a librarme.

Sé tú, Señor,

mi fortaleza y mi refugio.

Sé tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio, la muralla que me salve. Tú, que eres mi fortaleza y mi defensa, por tu nombre, dirígeme y guíame.

Sé tú, Señor,

mi fortaleza y mi refugio.

Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, ustedes, los que en el Señor esperan.

Sé tú, Señor,

mi fortaleza y mi refugio


Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.

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