La cruz con la que hay que cargar en ese camino, son un sufrimiento y un martirio por Dios y por su causa en el mundo. El mártir lo es en razón de Dios y no en razón del mundo. Por eso el sufriente y el crucificado por la causa de la justicia en este mundo, es un testigo de Dios.
Rompe el mundo encerrado que se considera justo, fraterno y bueno. El que sufre es un mártir lo mismo que Jesús y todos los que lo siguen. Lo hace intensamente ser un bienaventurado. Peo el peligro está en pensar que no necesita de conversión y vida nueva. Quien soporta la cruz y vive en la lucha de ser mejor en su camino, carga con la cruz y sufre con Jesús y como Jesús. Sufrir de ese modo es algo digno. Morir de ese modo es un valor.
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