miércoles, 6 de junio de 2007

El Espíritu Santo en la Historia de la Salvación


La gran solemnidad de Pentecostés celebra el gran acontecimiento de la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente.
A través de toda la historia de la salvación aparece en la Biblia la presencia y la actuación del Espíritu de Dios. Desde la primera página del Génesis: 1. 1-3 hasta la última página del Apocalipsis: 22. 17.
La revelación del Espíritu de Dios es progresiva, y su actuación en el Antiguo Testamento se manifiesta en las actuaciones de jueces y reyes, y sobre todo a través de los profetas como proclamamos en el Credo: “Creo en el Espíritu Santo…y que habló por los profetas”.
Momentos culminantes de la acción del Espíritu Santo podemos decir que son después de la creación, la encarnación y la resurrección (nueva Creación), bautismo de Jesús y Pentecostés.
¿Y qué pasó el día de Pentecostés? Lee Hechos 2. 1-41…un ruido, un viento, unas lenguas de fuego sobre las cabezas (signos externos de la presencia y actuación del Espíritu)… y quedaron llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar…
¿Qué había pasado? Se habían cumplido las promesas de Jesús, y las que antes había hecho el profeta Joel (3. 1-5)
Qué transformación más grande en los apóstoles: en su escala de valores, en sus actitudes, en sus comportamientos. Ellos, los apóstoles y discípulos de Jesús, tuvieron aquella experiencia profunda de la presencia y de la actuación: descarada, clamorosa, y gozosa del Espíritu Santo. En Pentecostés nace oficialmente la Iglesia por obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Lee los Hechos de los Apóstoles y te convencerás. Hasta 55 veces sale el Espíritu Santo en los Hechos.
El que es Señor y dador de vida es el que la vivifica, el que la alienta, la guía, la impulsa, conduce, transforma, la renueva constantemente.
Gracias al Espíritu Santo, la Iglesia crece. Él es el que explica a los fieles el sentido profundo de las enseñanzas de Jesús y su misterio. Él es quien igual que en los comienzos de la Iglesia actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él, pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y acogedora de la buena noticia y del reino anunciado.
Tenemos el peligro de celebrar la fiesta de Pentecostés como algo que pasó hace dos mil años…pero que no tiene actualidad en nuestras vidas. Para muchos cristianos el Espíritu Santo es hoy el gran desconocido, el gran olvidado y como si fuera el gran ausente.
Y sin embargo, es el alma de la Comunidad, el que comunica los distintos carismas a los distintos miembros de ella, y el que da la Unidad (1 Corintios 12. 1-12) y el que vivifica e ilumina y transforma la vida de cada uno de nosotros, y nos convierte en templos y morada suya (Juan 14.23; 1 Corintios 3. 16; 2 Corintios 6. 16)
Y nosotros mismos alguna vez hemos sentido y vivido los frutos de su presencia y de su actuación en nosotros: “amor, alegría, paz…” (Gálatas 5. 22-23)
Después del Concilio Vaticano II, que fue el gran don que el Espíritu dio a su Iglesia en el siglo XX . “Nosotros vivimos en la Iglesia – decía Pablo VI – un momento privilegiado del Espíritu Santo”. Los nuevos movimientos eclesiales que han surgido últimamente en la Iglesia son una manifestación clarísima. Todos nosotros hemos tenido en un momento de nuestra vida una experiencia profunda de la presencia y de la actuación silenciosa y gozosa del Espíritu Santo.
También hoy Jesús nos invita a sus discípulos, a la Comunidad cristiana, a reunirnos con Maria la madre de Jesús, venciendo el cansancio, para prepararnos a recibir el Espíritu Santo. El Espíritu transformó a los apóstoles. Con su luz comenzaron a ver y a entender muchas cosas que antes no entendían; y con la fuerza del Espíritu sentían aquella valentía, sin temer a nada ni a nadie…Como transformó a los apóstoles, puede y quiere transformarnos a nosotros hoy, aunque no sea con signos tan extraordinarios y llamativos como aquel día.
Todos nosotros hemos recibido en el bautismo y en la confirmación el mismo Espíritu, no otro. Y el mismo Espíritu quiere ahora transformas nuestro corazón, nuestra vida, pero para ello hace falta que yo me abra al Espíritu, que yo quite los obstáculos… Todo depende de mi actitud. Él habita en cada uno de nosotros cuando estamos en Gracia de Dios. Él actúa en cada uno de nosotros, pero lo hace en silencio. La dificultad no está en el poder del Espíritu, sino en mis resistencias, en mi libertad…
“Ellos perseveraban en la oración y con el mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María la madre de Jesús y de sus hermanas”. (Hechos 1. 14).
¿Y tú? ¿Y nosotros?, ¿perseveramos en la oración…?
“Estad siempre alegres, orad sin cesar y en toda ocasión, dad gracias a Dios…no apaguéis el Espíritu, no menospreciéis lo que dicen los profetas” (1ª Carta a los tesalonicenses 5.16-19)
¿Qué lugar ocupa el Espiritu Santo en tu vida de fe…?
¿Cómo está siendo tu apertura y tu fidelidad a sus llamadas?
¿Te sientes templo y morada del Espiritu Santo, como nos dice San Pablo?
¿Cómo ves tu cuerpo?
¿Qué vives más, los frutos de la carne o los frutos del Espíritu Santo? (Lee Gálatas 5. 16-24)

1 comentario:

Paty Rodriguez dijo...

Hermoso ! Muy bien desarrollado ! Gracias. Me ha servido para un tema q daré.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Noticias TV Iglesia