
"El amor de Cristo me quema, no me deja vivir, quiero comunicárselo a todos. Estas expresiones son las que dice san Pablo para manifestar lo que era la razón de su vida: hablar de Cristo, en obras y en palabras.
Queremos llevar el conocimiento, la doctrina, el ejemplo y el amor misericordioso de Jesucristo a todos los pueblos. No se trata de imponer nuestras opiniones, sino de ofrecer aquello en lo que creemos y que deseamos compartir con todos los hombres y mujeres del mundo.
Lo que no se puede es dejar de poner a disposición de los demás todo lo bueno que se ha recibido. Entre esos bienes, el más valioso y querido es Jesucristo.
Es cierto, que han cambiado mucho las circunstancias en las que se encuentran los llamados países de misión. Pero la Iglesia, como repite Benedicto XVI, no existe para adaptarse al mundo sino para evangelizar el mundo.
Actualidad del mandato misionero
La Iglesia siente con renovada fuerza que el mandato misionero de Cristo es más actual que nunca. Si Cristo envió a sus discípulos a anunciar el Evangelio, la acción misionera no es algo opcional, "sino la vocación propia del pueblo de Dios, un deber que le incumbe por mandato del mismo Señor Jesucristo. Más aún, el anuncio y el testimonio del Evangelio son el primer servicio que los cristianos pueden dar a cada persona y a todo el género humano, por estar llamados a comunicar a todos el amor de Dios, que se manifestó plenamente en el único Redentor del mundo, Jesucristo" (Congreso Ad Gentes 11-3-06).
Que la Santísima Virgen María, reina de las misiones, nos ayude a permanecer firmes en la fe de Jesucristo y en el deseo de llevársela a los demás.
Con mi bendición"
+ Carlos Amigo VallejoCardenal Arzobispo de Sevilla
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