martes, 11 de marzo de 2008

Compartir la austeridad

Hoy llega hasta nosotros, con la misma fuerza que hace miles de años, el clamor de Dios en el Éxodo: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos”… “Y ahora, anda, que te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas…” (Ex 3,7-10) La respuesta a estas situaciones es la SOLIDARIDAD.
Al sentirnos hijos de un mismo PADRE, somos hermanos de todos los hombres y mujeres. Estamos llamados a comportarnos como tales y a crear cauces de fraternidad a nuestro alrededor, sin dejar de lado la exigencia y el compromiso para la instauración de un orden social justo.


Cada uno desde sus posibilidades, pero siempre sin abandonar lo más cercano. La acción significativa “AUSTERIDAD PARA COMPARTIR”, aquí y ahora, intentar vivir hoy siendo solidarios y creando fraternidad, implica, ser capaces de:
  • REACCIONAR ante la injusticia y el sufrimiento en que viven tantos pueblos y personas, hermanas nuestras. Lo que nos hace estar con los OJOS ABIERTOS para VER la realidad del mundo y de las personas con la misma mirada de Dios. Esta reacción afecta a todas las dimensiones de nuestra vida personal.
  • Tener la DETERMINACIÓN, desde un CORAZÓN SENSIBLE, de embarcarnos en procesos de conversión personal y de compromisos para la erradicación de las causas que generan situaciones donde la persona vive como no-sujeto. Que nos duela tanto las situaciones de soledad, pobreza, exclusión y marginación social que nos dispongamos para acoger y acompañar a las personas que las sufran ayudándolas a que salgan de ellas. La conversión personal nos ayuda a superar las tentaciones del poder, del afán de poseer-consumo y del dominio, a la vez que nos sentimos llamados a vivir desde los valores de las bienaventuranzas: “Bienaventurados los pobres, los que sufren, los mansos… (Mt. 5,1-12; Mt 15, 35-36)
  • Adoptar un ESTILO DE VIDA sostenible, cambiando nuestra escala de valores, que pone en juego todas nuestras posibilidades y que repercute en nuestro proyecto vital. Ser solidario constituye una forma de vida que afecta por igual a la acción social que una persona realiza como a su nivel de vida y consumo o a sus criterios económicos, políticos y la relación con el Medio Ambiente y del cuidado de la Creación y tener MANO PRONTA PARA ACTUAR, en los distintos ámbitos de nuestra vida: personal, relaciones cercanas, laboral, social y eclesial. En resumen, con esta ACCIÓN SIGNIFICATIVA, intentamos promover una forma de ser y un estilo de vida que favorezca la transformación (conversión) de actitudes personales, colectivas y sociales en hábitos de fraternidad y solidaridad; de participación responsable y de compromiso activo desde los ambientes más cercanos (familia, parroquia, barrio, trabajo…) que den como resultado la transformación de la persona y del tejido social y el cuidado de la tierra.

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