En tiempos de crisis solo Dios basta

Hace unos días hablaba por teléfono con un antiguo compañero del colegio y me explicaba que debido a la situación actual mundial su empresa iba a comenzar a hacer despidos y veía la posibilidad de tener otro trabajo a más de 500 km de Sevilla, donde vivía ahora. Lo importante para él de todo este asunto no era perder el empleo, sino poder mantener el sueldo y nivel socioeconómico con el que contaba actualmente, y que por aquí iba a ser muy complicado por no decir imposible encontrarlo.

Había que dejar casa, tierra y heredad tal y como dice el evangelio. Pero qué "precio" tiene que poner con su familia, sus hijos y con Dios. Las consecuencias que cada uno se marca son fruto no de la crisis económica, sino de la crisis familiar, moral y fundamentada en el relativismo. Y de esta crisis no habla la televisión, ni el gobierno y, a veces por estar ocupada en otras cosas, la Iglesia. Debemos de tener conciencia, de sentirnos preocupados por la situación y de saber actuar consolando al que sufre, ocupandonos sin agobiarnos y en consecuencia a amarnos sin sufrir.

Este tiempo es de buscar al Señor, de interiorizar, de orar, de actuar. Como decía Santa Teresa todo pasa, nada es permanente, seamos pacientes. En este momento de angustia solo nos queda encontrarnos con Dios. ¿Qué nos queda cuando las cosas van mal, la economía cae, las personas no se hablan, la paciencia no se cultiva? Pues yo digo, no pasa nada, amémonos. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta.