Ese es el gran secreto de nuestra religión: Cristo, desde su esencia humana, con su sufrimiento inocente, nos enseñó que el dolor ofrecido por la salvación del mundo tiene un sentido y un maravilloso valor. De ahí viene la palabra "sacrificio", del verbo sacrum-facere, que significa "hacer sagrado".
El sufrimiento sin ofrecerlo es solamente dolor, en cambio, ofreciéndolo tiene un valor de salvación. Convertir el sufrimiento en sacrificio para alcanzar nuestra salvación y la de los demás. Unir nuestro sufrimiento al de Cristo para que tenga un valor infinito. Hacernos partícipes de los sufrimientos de Cristo para la salvación del mundo.
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