Se cumple un año de la fatídica fecha de la desaparición de Marta del castillo en Sevilla. Quiero en estas líneas y en mi oración acercarme a la familia, a sus padres, hermanas, tíos y abuelos para creer en la vivencia del dolor de ser padre.
Los medios se apresurarán a volver a contar en los espíritus de audiencias, estúpidos e insensibles, quienes no saben de otra cosa que de imágenes frías y sensiblería y reducen (por hechos consumados u omisión) el dolor al morbo y lo que es peor, a cifras.
¡¿Cómo podemos quedarnos indolentes ante el sufrimiento de nuestros hermanos?! ¡Cómo puede cambiar una vida de la noche a la mañana! Me iré esta noche a dormir pensando en los planes de futuro de esta chica hasta el mismo día o el anterior a la tragedia. También me pregunto qué sorpresas me depara a mí el destino o a los míos, quizá hoy mismo.
Hoy espero que la búsqueda de Marta no quede sólo en titulares de prensa, tibios artículos... sino en la vida de los que le amaban y se quedan haciendo vivo su recuerdo en sus sueños.
“Quien sabe de dolor, todo lo sabe.” Dante
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