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Leyendo el Génesis y la vida de los patriarcas voy analizando mi vocación cristiana a través de la vocación del gran patricarca. Abraham es la primera llamada de Dios a entrar en unión con el hombre. Fué el primero que respondió generosamente y por eso se le llamó AMIGO DE DIOS. Primero Dios le llama a que salga de su tierra y le siga. Le promete grandes cosas, porque Dios da el ciento por uno. Abraham escucha todo lo que Dios le dice y no duda de su palabra. Aunque parece que las cosas no salen como él esperaba, sin embargo sigue confiando en Dios y por eso espera el cumplimiento de sus promesas. Sólo se desespera el que no confía ya en nadie. Pero quien tiene un amigo que sabe que le puede ayudar, no pierde la esperanza. Abraham tenía un amigo fiel y por eso no tenía miedo. Confió en Dios y Dios le colmó de bendiciones.
Abraham se fió de Dios y le respondió generosamente, ¿por qué respondió así a lo que Dios le pedía? ¿Confío yo también en Dios de manera que no me siento solo? “A todos los que esperan se puede aplicar lo que dijo S. Pablo de Abraham: creyó, esperando contra toda esperanza (Rom 4, 8). Pero te preguntarás al igual que hizo María: «¿como puede suceder esto?». Sucede porque se aferra a tres verdades: Dios es omnipotente, Dios me ama inmensamente, Dios es fiel a las promesas. Y es El, el Dios de las misericordias, quien enciende en mi la confianza; por lo cual yo no me siento ni solo, ni inútil, ni abandonado, sino implicado en un destino de salvación que desembocara un día en el Paraíso” (JUAN PABLO I, Aloc. 20-IX-1978).
A veces Dios parece que está muy lejos, y que no nos habla, pero “Nuestro Dios no nos pierde de vista, como una madre que está vigilando al hijito que da los primeros pasos. «Abraham, dice el Señor, anda en mi presencia y la hallarás en todas partes». Cuán consolado queda un cristiano, al pensar que Dios le ve, que es testigo de sus penalidades y de sus combates, que tiene a Dios de su parte.” (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).
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