miércoles, 3 de abril de 2013

"Vivo así porque he visto al Señor”, Francisco

2013-04-03 Radio Vaticana
(RV).- Como todos los días, la mañana del 2 de abril Francisco celebró la Santa Misa en la capilla de la Casa de Santa Marta donde- recordamos- aloja el Obispo de Roma. El Papa centró su homilía en el Evangelio del Martes de la octava de Pascua.

Homilía de Francisco
Que bella, esta frase de María: “¡He visto al Señor!”. Ella, esta mujer de quien conocemos la historia, esta mujer pecadora, esta mujer que ha llorado, que ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos, esta mujer explotada y también despreciada por aquellos que se creían justos, esta mujer de quien Jesús dijo haber amado mucho y por esto sus muchos pecados han sido perdonados, esta mujer al final debe enfrentar el fracaso de todas sus esperanzas: su amor no está más. Y llora. Es el momento de la oscuridad, en su alma: del fracaso. Pero no dice: “He fracasado en este camino”, ¿no? Llora, simplemente. A veces, en nuestra vida, los anteojos para ver a Jesús son las lágrimas. Hay un momento en la vida en el que solo las lágrimas nos preparan para ver a Jesús. Y ¿cuál es el mensaje de esta mujer? “He visto al Señor”. Lo había visto durante toda su vida, y ahora definitivamente da el testimonio. Es un ejemplo para el camino de nuestra vida, ¿no? Todos nosotros, en nuestra vida, hemos experimentado la felicidad, la tristeza, el dolor; todos hemos pasado por estas cosas. Pero hago una pregunta: ¿hemos llorado? En los momentos más oscuros, ¿hemos llorado? ¿Hemos tenido aquello de bueno de las lágrimas que preparan los ojos para mirar, para ver al Señor? Viendo a esta mujer que llora, también nosotros podemos pedir al Señor la gracia de las lágrimas. Esta es una bella gracia. Una bella gracia. Llorar por todo: por el bien, por nuestros pecados, por las gracias, por la felicidad, también: llorar de felicidad, aquella felicidad que hemos pedido: de ver el Cielo, de tener el Cielo y que ahora pregustamos. Llorar. El Llanto nos prepara para ver a Jesús. Y el Señor nos da la gracia, a todos nosotros, de poder decir con nuestra vida: “He visto al Señor”. Porque lo he visto. “Como, ¿se te ha aparecido?”. “No, no, no lo sé … Lo he visto, lo he visto dentro del corazón”. Y porque lo he visto vivo de esta manera: este es el testimonio. “He visto al Señor”. Bello. Y todos nosotros podemos decir esto, con el testimonio de nuestra vida. “Vivo de esta manera porque he visto al Señor”. Así sea.

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