“Gratuitamente han recibido este poder, ejérzanlo, pues, gratuitamente”. Pensemos en todos los bienes y dones que hemos recibido de Dios: la vida misma, nuestra familia, la educación, los talentos personales, etc. Todo, absolutamente todo lo que tenemos y somos lo hemos recibido gratuitamente de Dios. Todo proviene de sus manos amorosas de Padre y de amigo. Él nos lo ha dado por pura bondad. ¿Tenemos una verdadera actitud de agradecimiento ante el Señor? ¿Consideramos todo como inmerecido? ¿Valoramos todas las cosas que tenemos? El agradecimiento es una virtud poco común. Se necesita ser humilde y sencillo para no tomar las cosas como “merecidas”, para apreciar las cosas que tenemos, por pequeñas que sean. El corazón que sabe agradecer tiene más posibilidades de ser feliz con lo que es y con lo que tiene. Si Dios nos ha amado gratuita y generosamente, nosotros también podemos seguir su ejemplo haciéndonos un don para los demás. El cristiano ha de imitar a su maestro conservando un corazón pobre que sepa despegarse de las cosas, porque el tesoro del corazón humano radica en la capacidad de amar.
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