¡Cuántos, también en nuestro tiempo, buscan a Dios, buscan a Jesús y a su Iglesia, buscan la misericordia divina, y esperan un ‘signo’ que toque su mente y su corazón!
Hoy, al igual que los apóstoles cuando estaban con Jesús también buscaban un signo de esperanza, la humanidad sigue esperanza un signo de "realeza" y "divinidad". No puedo olvidar que ese ‘signo’ es Jesús elevado en la cruz. Jesús muerto y resucitado es el signo absolutamente suficiente. Es el gesto más grande jamás ofrecido en la historia de la Humanidad. Es el gesto de Amor hecho vida a través de muerte. Es comprender la verdad de la vida y obtener la salvación. Es el signo del anuncio de la Buena Noticia a su Iglesia. Y por mucho que quieran otros cambiar el mensaje y el anuncio central de la Iglesia, este no cambiará a lo largo de los siglos.
Por tanto, la fe cristiana no es una ideología, sino encuentro personal con Cristo crucificado y resucitado.
De esta experiencia, que es individual y comunitaria (no lo olvidemos), surge un nuevo modo de pensar y de actuar: dar experiencia de la fe con nuestra vida y ser testimonio vivo del Amor de Dios para con nosotros.
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