Hoy hace 23 años que recibí mi Primera Comunión. Qué gran significado para mí, aunque pequeño, de formar parte de ese primer compromiso ante la comunidad de la Iglesia. Los numerosos encuentros de grupos, fraternidades y comunidades cristianas me han hecho durante la vida redescubrir que todos somos testigos comunes de la fe. Es por ello que el sacramento lo vivo como el encuentro confirmado, profundizado y enriquecido con los demás cristianos, comunión ya existente en cierta medida, aunque aún no de modo pleno. A partir de este hech, ya no considero a los demás cristianos como lejanos o extraños, sino que vemos en ellos a hermanos y hermanas.El compromiso en favor del restablecimiento de la comunión plena y visible entre todos los bautizados no corresponde sólo a algunos expertos dentro de la Iglesia no seglar; atañe a todos los cristianos, de todas las diócesis y parroquias, de todas las comunidades en la Iglesia. Todos están llamados a asumir este compromiso, haciendo suya la oración de Jesús, para que todos sean uno. Todos están llamados a rezar y a trabajar por la unidad de los discípulos de Cristo.
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