Hoy conmemoramos la aparición de la Virgen de Fátima a tres pastorcitos en Cova de Irya. Cuántas veces se nos presenta María a nosotros como pobres de corazón con los nuestros y al ugual que los pastorcitos muchas veces no queremos oir porque nos pitan los oidos; no queremos ver porque es más fácil volver la mirada, y; nos quedamos mudos, porque gritar creemos que no sirve de nada.
Fátima difunde una luz sobrenatural que arrebató a los pastorcitos en forma irresistible, e ilumina el corazón de los peregrinos que acuden a este lugar sagrado en busca de consuelo. De cara a las costumbres y la mentalidad consumista de nuestra época, dedicada por completo al goce fácil de la vida, el contraste es tan marcado que no hay cómo ignorarlo. ¿Qué atrae hacia Fátima a estas multitudes de rostro tostado por el sol de las largas caminatas? ¿Qué las empuja a estas sorprendentes penitencias en un tiempo de tanta aversión al sacrificio?
Madre, Ruega por nosotros.
Seguimos suplicando a Nuestra Señora los tres secretos que reveló y todavía hoy seguimos sin tener en cuenta:

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