¡Oh Dios! Envíanos locos, de los que se comprometen a fondo, de los que se olvidan de sí mismos, de los que aman con algo más que con palabras, de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin.
Danos locos, enamorados de una forma de vida sencilla, amantes de la paz, capaces de aceptar cualquier tarea. Danos locos, Señor, danos locos.
Amén.
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